6.12.11

(Cuento) Un matrimonio


No, si no era cita real, era más bien como un encuentro casual. Digo, porque a Eri tú lo conoces, ¿no? Y no irás a pensar que para eso nos reunimos. Porque, mira, mejor te lo digo de una vez: yo sólo fui a coger un rato con él. Yo sólo quería unos cuantos minutos de bien coger. Y que me abrazaran y que alguien fingiera que me ama. Sí, ya sé que a ti esas cosas te valen madre. ¿Y qué? Al cabo no tienes por qué escucharme, pero lo vas a hacer, porque estás aburrido. O es que te da flojera levantarte del sillón. Claro, siempre supe que eres un huevón, lo supe desde esa primera noche. Esa noche, ¿te acuerdas? Era tan bonito el Paseo de la Reforma en ese entonces y serían como las cuatro de la madrugada cuando salimos y nos sentamos en esa banca y hay que decir que es preciosa la Ciudad de México a esas horas, todo está oscuro pero sin sombras, el aire está fresco pero no hace frío y cómo me dijiste te quiero mientras nos abrazábamos y de pronto no nos importaba nada de nada en el mundo… Pero cómo es que llegamos a esto, Raúl, en qué momento nos dejó de importar con quien cogiera el otro y cuando fue que decidimos vivir como matrimonio de hermanos. Porque es incesto lo que llevamos, Raúl, si no como es que aunque luego nos odiamos y hasta nos hacemos sangrar nunca nos separamos. Amor no va a ser ya, cuando supe que estabas saliendo con Carla al principio no me importó porque después de todo algo tenías que inventar para que no empezaran a hablar los vecinos, verdad. Yo en cambio siempre le hacía de solterón, al fin que cuando eres un gran contribuyente de la iglesia la gente no va a hacer demasiadas preguntas. Pero es que tu manera de ver a esa vieja, y luego a Ester, ¿o primero fue la loca de Deni? No sé cómo sabía pero cuando te descubrí en este mismo sofá con esa idiota yo ya sabía. Tú me habías dicho que las viejas no te gustaban, pero quien sabe realmente estas cosas. Mas no nos separamos y no fue porque luego me hayas suplicado perdón ni porque nos hayamos ido de vacaciones a Puerto Vallarta. Claro que disfruté, claro que te dije que te sigo amando, claro que todas las noches te buscaba a ti sin fantasear con otro. Porque eso desde el principio, la verdad es que coges muy mal, cosa que ya sabía desde que te vi pero no me importaba; porque me enternecías, porque creí que siempre te querría. ¿Cuándo fue que empecé a salir de nuevo? No sé, o fue cuando te ascendieron en el banco y empezaste a salir cada vez más tarde o fue cuando decidí que adoro pasarme las mañanas trabajando para luego estar solo hasta la medianoche. O a lo mejor fue un día específico, ese en que llamé a alguien que no había visto desde hace años y otro día me fui a tomar un café con él y otro fuimos a una fiesta y luego le hablé a alguien que conocí en la fiesta… no sé, no sé, el caso es que de pronto me di cuenta de que se me había olvidado lo que se siente hacer el amor contigo. Porque de repente descubrí que puedo cerrar los ojos y ver tu cara, oír tu voz, oler tu piel y hasta sentir tu pito en mi lengua. Sí, puedo invocar lo que siento cuando tengo tus muslos peludos entre los míos, puedo ver tu verga tiesa y a punto de explotar. Pero de lo que sentía durante y después, de ese momento inmediatamente después de venirse y en que no necesitas ni ver a la otra persona… sí, ese momento que a veces se da en otros lugares, como cuando nos despedíamos en el umbral antes de irse cada quien a su trabajo; o cuando apagaba la tele cuando llegabas y me paraba para saludarte; o cuando veíamos extinguirse el último cigarro de la noche…
No, ese momento yo sé que existe, pero ya no lo recuerdo, no lo siento, es como cuando vas a un lugar que no habías visto en años y según tú sabes perfectamente donde está todo, pero resulta que ya no están, y al poco ya no estás seguro de que las cosas hayan sido alguna vez como tú las recuerdas.
Y qué remedio, verdad, porque aunque ya no me acuerdo de ese momento, de esa magia, y estoy seguro que tú tampoco, el recuerdo de que ese momento existió ya no se va. Y por eso no me voy, y por eso tú tampoco te vas a ir así una de tus viejas te salga con su domingo siete, porque ya es muy tarde, ya estamos casados y no nos queda más remedio que seguir viendo las noticias, apagar la tele, subir juntos a la cama y a veces coger y otras hacer el odio y las más la indiferencia. Sí… ese recuerdo que nos domina y que quien quita y fue la razón porque empezó todo esto y hasta chance en realidad es pura ficción y siempre fue ficción. Pero eso no lo vamos a saber ni tú ni yo ni nadie, siempre se nos hace demasiado tarde como para saberlo.

14.8.11

De "Los hijos del smog", por Jorge Mejía Prieto (1974)



PRIMERO CONOZCA EUROPA
A Juan José Espejo



Por fin, gracias a las facilidades de crédito, lograría realizar su viejo anhelo: visitar las grandes ciudades de aquel continente, que había llegado a querer a través de sus sueños y de la reiterada lectura de folletos turísticos. Lleno de emoción partió. Durante cuarenta días recorrió minuciosamente las urbes amadas donde, según explicaban los folletos, se armonizaban los vestigios de un glorioso pasado con las excelencias de la era contemporánea.
Cuando regresó, andaba eufórico. A todos les hablaba de las remotas y brillantes ciudades, colmadas de grandes edificios, vastos jardines, museos y obras de arte, que con devoción infinita había visitado. Y no ocultaba a los más comprensivos que le dolía vivir en esta opaca ciudad, colmada de grandes edificios, vastos jardines, museos y obras de arte, donde había tenido la desgracia de nacer.

10.7.11

Fragmento de "Los caminos a Roma", de Fernando Vallejo (1988)


Esta tarde llegaron a la residencia un grupo de muchachos judíos que vienen por Europa de Israel, músicos ellos. Con sus instrumentos, con sus maletas, con su alboroto los vi llegar pero no les presté atención. Ahora estoy pensando en ellos cuando siento una presencia que se acerca. Vuelvo los ojos: una aparición avanza, flota, bañada en los rayos azulosos de la luna, por el corredor. Es una niña, una chiquilla y viene sonriendo.
De la conversación que sostuvimos, portentosa, jamás lograré recobrar las palabras. Hablábamos en español. Yo en mi español actual, sin alma; ella en un español extraño, arcaico. Me hablaba de vos, pero no era el vos de Antioquia que es vos y tú, ni era el vos mayestático. Era un vos que nunca antes había oído. Suyo, sólo suyo. ¡El vos que usó Castilla cuando su lengua no conocía el usted! “Vos he visto al llegar”. ¿Es lo que dijo? Ya no lo recuerdo. ¡Y los vocablos! ¡Los lejanos, los perdidos vocablos! No decía los muchachos, decía los mancebos. ¿Los mancebicos, dijo? ¿Los manciebillos? Los que venían con ella de Israel y que no hablaban castellano. El castellano, dijo, se lo enseñó su abuela, que ya murió. Y salvo con ella con nadie más lo había hablado en el mundo hasta ahora, que me encontraba a mí. Mi abuela vive, pensé, y soy doblemente afortunado porque te encuentro, niña. “¿De dónde venís?” me preguntó su dulzura. Y en el momento irreal, mirándose la ondina, meciéndose el ahorcado, recobraba la gracia en su voz infantil, el acento, la perdida viveza, y oía las dobles eses y la ce con cedilla que nadie que viva ha oído en mi idioma. Yo, sólo yo. Mi ignorancia entonces no lo supo. Años después descubrí la razón del prodigio. Era el judeo-español, el español sefardita, el de los sefardíes que echaron de España, quinientos años ha. El que se fue de Toledo expulsado por los Reyes Católicos al Cairo, a Estambul, a Salónica, con los pobres, irredentos judíos. El que aprendió Colón y el que tomó a Granada. El del Gran Capitán y el de Fernando de Rojas, en que vendió doncellas Celestina y se dijeron su amor Calixto y Melibea como quisiera decírtelo esta noche, en este instante, en este corredor, a ti, niña, si pudiera, si supiera, si tuvieras las palabras… Ya no se mira la ondina en las aguas ni se mece el ahorcado. Está sonando el Scarbó, ¿no te asusta?
Déjame revivir un instante el instante. Déjame oírte, recobrarte, recobrarme en el común origen, el viejo idioma mío, mío y tuyo, que he olvidado. El que le llegó a tu abuela --¿a Salonic? Dímelo, ¿o a Alcazarquivir? ¿o a Lárissa? En el áspero Magreb o en los reinos levantinos del Sultán – y que por tan distintos caminos le llegó a la mía, a Antioquía, en una goleta desafiando la mar hasta arribar a tierra, a otro mar, de ciénagas, y por senderos fragosos, bordeando precipicios, hasta la bella villa mía, Medellín de La Candelaria donde se quedó encerrado entre montañas… Quinientos años tenían que haber pasado para volverlo a oír, en Roma, de tus labios, niña. Pero no. Lo que oigo es el eco.
“¿Antioquía, dixistes?” Antioquía, trocándose ha el acento. Dexando portiellos y feniestras bajo fuertes cerrojos se fue la judería de Toledo llevándose consigo nada. O sí: las pesadas llaves de fierro de sus casas y el habla de Castilla.
Año de mil cuatrocientos y noventa y dos, en la cibdad de Toledo, la postrera noche antes de que amanezca el día. Quebrádose ha un spejo. Dexan los judíos las sus casas e cortijos, vánse por todos los rumbos como espigas que vola el viento.
Un aljibe dexamos en el patio y en el huerto un manzano. Y adentro las camas hechas con sus almohadas mullidas, sus cobertores de lino, sus sábanas de Holanda, y una gola de aceite en la cocina y un almud de garbanzo y un quintal de patata, y en el fogón un rescoldo, y en la sala mil ducados y unos libros romanzados y los cirios apagados y el candelar de siete brazos. Y ropas por las alcobas, chapadas de plata fina, de gran valía, ropa de Pascua, hilos, cendales, brocados, unos grandes alfamares, la rueca, el arca, una vihuela, la cuna y un cascabel.
Alboreaba. En la villa de Toledo quebrádose ha un espejo. Se va la judería, se van, nos vamos. Nos vamos por ajeno arbitrio, echados de la su España. Puertas agora se cierran y candados sobre aldabas. Como otros días ladra un gozque, canta el gallo, despunta la alborada, mas nada volverá a ser igual, un cristal se ha rompido. Mas non vos cuento más por vos non detener. Mocita: ¿No íbamos pues a casarnos? ¿No íbamos a adornar la sinagoga con cintas de flores? ¿No iban a durar las bodas siete días, a la usanza de Castilla? Iban, iban, iban. Siglos han llovido. La vieja sinagoga hoy es Santa María la Blanca. ¿Y qué? ¿Los mismos arcos no caen sobre los mismos capiteles? Mi Dios es tuyo o tu Dios es mío. No, ahora sobre el recuerdo crecen las hierbas. No crecen, niña: ¿no estoy contigo a solas acodado en la baranda, mirándote tú en mis ojos? ¿A solas? La luna se sonreíba cansada de oír historias, las mismas viejas historias, razones (o sinrazones) de amor. Mocita: si por tan distintos caminos llegamos al mismo sitio… ¿Qué mi idioma se ha hecho nuevo y el tuyo viejo? ¡Qué importa! Una sola cosa de quiero decir, mocita, pero no te la digo ahora, te la diré mañana. Ahora la muerte corre por el teclado, contando el Scarbó su terrible cuento de horror. ¿No te espanta?
Subieron los mozos con su algarabía y se la llevaron. Calló el piano, se metió la luna en sus oscuridades y volví a estar solo. Entre la diáspora de estrellas una estrellita nueva, de seis picos, que no había visto, quedó brillando: la errante estrella de Sión.
Tu hermosa frente, tu bella boca, tus lindos ojos… Un gran dolor en el pecho no me deja dormir, como si algo se me incendiara. Debe de ser el corazón, que me quema. En los secos montes de Antioquía contigo me he fraguado un castillo. Mañana, cuando amanezca, te lo diré, que no pude dormir anoche pensando en vos. Amaneció y fui a decírselo: en el silencio de la casa se había ido. Se van llevándose sus instrumentos, sus equipajes, su alegría. A mí me dejan el corazón, que me estorba.
Palabrería. Marihuanadas. El amor es una gonorrea del alma. Con perdón.

8.5.11

Frustración


Pongámoslo así: ¿se puede amar a alguien a quien odias con toda el alma? Seguro que sí, porque el opuesto del odio no es el amor, sino la indiferencia.

Mejor aún: es posible, es frecuente incluso desear a alguien cuya sola presencia nos llena de asco. Desear su cuerpo pero aborrecer su alma hasta el infinito. Viceversa.

Entonces te encuentro risible pero veo que el mundo te alaba. O te envidio porque pareces gozar de buena reputación entre círculos a los que yo quise pertenecer desde hace ya demasiado tiempo.

Bah, todo lo anterior es una historia tan común, tan llena de clichés; más no por eso son menos punzantes las emociones que evocan en mí.

A veces siento que el mundo pertenece a los mediocres. Inmediatamente pienso que más bien hay de todo en el mundo, pero que pocos están conformes con el lugar que les ha tocado porque nadie sabe a la perfección que lugar le corresponde. "La fama, el poder, la satisfacción y otras tantas herramientas son lo mismo nuestros deseos más profundos que las tentaciones más frívolas".

Si el sufrimiento llega a hacer grandes obras, ¿el arte tiene un fin terapéutico? A veces, no siempre. Cualquier receta para el arte funcionará de vez en cuando y pareciera ser que a entero capricho del azar, porque en realidad depende del individuo que a ella se consagra, del artista. El individuo total es algo tan complejo que la psicología, la religión y la historia no pueden definir sino la más tenue de las aristas de su sombra.

Quiero darme esperanza, recordarme que así como el mundo no puede estar siempre en plena decadencia tampoco podría estar "lleno de gloria". Pero ese es precisamente el problema, la intuición de que el mundo (vale a decir: la humanidad) está siempre a la deriva ya sea junto a seres cósmicos o en soledad. Porque lo mismo da. Porque la vida no es ni siquiera absurda sino que solo "es" en la medida que alguien tiene consciencia de que existe. ¡Malditos, benditos sean sabios como Wittgenstein o Ehrenfels, que intuyeron la falsa inocencia del lenguaje y el mundo!

(Y porque la vida siempre se entromete mientras vivimos, roguémosle y exijámosle a la humanidad que el frustrante Eurocentrismo de la oración anterior sea purificado por tiempos venideros. ¡Déjennos vivir nuestra vida como mejor nos parezca!)

No habrá ninguna respuesta, ningún alivio permanente a todos estos pruritos. Pero eso es existir: no es llegar a un estado divino ni es ayudar al resto de la humanidad a progresar, es buscar siempre un sentido. Es una búsqueda cuyo objetivo es la búsqueda misma, un uróboros que no es empero solipsista.

6.5.11

Sirena en Cenizas (texto invitado)

Por: Fenrir Branford

Te encontré en el vino que degusté esta tarde. Su caricia, dulcemente fría, y su sabor engañoso, evocaron el recuerdo de tus besos. Resistí la tentación de escupirlo; lo tragué, porque así también habría de hallar la salida de mi cuerpo, pero después de atravesar mis entrañas, semejando tanto a tu recuerdo.

Has estado ahí, te he respirado en los perfumes errantes de las flores que se marchitan en la delicadeza del invierno, y pareciera ser el polen de tu piel lo que despiden las arañas violetas que por las tardes tejen mis cabellos enredados. Una vez te observé deslizarte por entre las sombras ebrias de la calleja donde ahogaba mi melancolía, y creo que bebí de tus lágrimas en aquel recinto de caoba, cuando pasé la madrugada leyéndole en voz alta mi poesía a un auditorio mudo, donde te refugiabas furtiva sin saber que me escuchabas.

He buscado olvidarte, para luego con vehemencia simplemente buscarte; no se donde perdí el rumbo, pues te perseguí entre los muslos de otras hembras, acompañantes con belleza de diferente color que la tuya. Una madrugada creí saborear tu lengua entre ciertos cabellos dorados, que me siguieron discretamente tras un concierto de cuerdas agónicas, y meses después quise encontrar el brillo de tus lunas en una mirada verdosa y extraña. Mas de una mañana olvidé si fueron días o años desde que nuestras manos fueron una en el amanecer. Tras días incansables, el sudor perfumado de damas aventuradas y doncellas profanadas se mezcló entre mis sábanas, formando una perfumería de sensualidad; pero aun confundido, pude elegir entre el centenar de pétalos aquel que dejaste olvidado cuando volaste lejos, ya arrojada por mí diestra distraída, ya impulsada por tus zapatos inquietos que alguna vez adornaron mi alfombra, manchada por nuestros espasmos.

Estuve sólo en nuestras ruinas, contemplando un ocaso congelado, y algunos ciclos después sudé arte con una actriz de labios grises. Susurré la canción que olvidaste, despierto en la madrugada del memorial de ese día, él que nos vio nacer, y celebré con una copa de licor condimentado las cenizas de los marcos que tras enmarcarnos, ardieron. Me parece que fue un súcubo el que me sacó del bar cuando de lejos bailaba tu nombre, y que la dama de quien robé savia en el aquelarre usaba en cada momento una máscara con su sombrero. Aun en esa noche, te recordaba.

Y hoy….

Encuentro mi piel tallada con los nombres de otras, cubierta del polvo de mil recintos donde nunca fundimos nuestras entrepiernas, húmeda con miradas de seres transparentes que nunca me tomé la molestia de bautizar. Pero cuando tomo la daga y la vuelvo pluma de pavorreal, encuentro bajo mi capa tu inicial tatuada, nuestras huellas con cincel plasmadas, y palpitando perpetuamente, un cuadro de nuestro “nosotros”. No sé si estoy sólo, si estoy con alguien, o si estuve; no se si esa copa derramada en mi escritorio fue de alguna amante que la descuidó en nuestra lujuria, de algún hermano con quien compartí pensamientos, o si fue mía, y cayó cuando Morfeo me venció sobre mi papiro desencantado. El calendario mohoso me anunció la carrera constante de Cronos, y así me percaté de que no te pensé durante años, y que tus cartas vagas, tus orgasmos de sirena y el azúcar de tus promesas fueron sepultados por mi arenosa indiferencia. Y aún así estuviste siempre presente. Nunca te fuiste, aun a través de las pruebas del desgranar del tiempo, de la carne difusa, de la lápida sobre el andar, del ennegrecimiento de la pintura que antaño coloreó mi vista.

Pero desapareciste entre las risas del rocío, y las heladas que matan raíces ya han descendido sobre las profundas corolas. Las rosas que ayer se tiñeron de rojo al mojarse en nuestra fuente, hoy rozan mis firmes párpados para encontrarlos secos.

5.4.11

Del insomnio



  • Tener miedo y sentir asco no son la misma sensación.


  • El que uno envejezca no tiene forzosamente que volverlo conservador ni caduco; si en sus últimas entrevistas José Emilio Pacheco da la impresión de no comprender ya el mundo en que vive, Eduardo Galeano aún participa de éste.


  • No solo los grandes hombres y mujeres inventan a sus precursores; la historia suele revindicar a los injustamente ignorados (aunque no siempre por los motivos correctos ni de la manera idónea).


  • Sólo los mediocres se promocionan a sí mismos a cada rato, sean personas, instituciones o poblaciones.


  • Nadie "tiene" un animal, sólo convives con este por un tiempo; y es que las motivaciones que los mueven no son tan secillas como el instinto de supervivencia ni el cariño rutinario. Siempre hay algo misterioso en la totalidad de sus actos.


  • La mala interpretación de una obra no es algo exclusivo del público en masa; es casi la consigna oficial de los críticos canónicos.


  • La arrogancia no es credencial; a lo sumo, es un defecto sin maquillar.


  • Lo único más irritante que el vulgo ignorante son los que creen sinceramente que estan por encima del vulgo.


  • No comprendo ese afán humano de justificar las cosas que disfrutamos cuando se nos señala que no son perfectas.


  • No es que la democracia no funcione ya, es que la demagogia no es democracia.

24.2.11

En palabras de pensadores y libertadores

"Enseñemos a los niños a ser preguntones, para que se acostumbren a obedecer a la razón: no a la autoridad como los limitados, ni a la costumbre como los estúpidos. al que no sabe, cualquiera lo engaña. Al que no tiene, cualquiera lo compra."

- Simón Rodríguez.

"Pero está visto que el patriotismo es el honorable privilegio de los países dominantes: sólo los que mandan tienen el derecho de ser patriotas. En cambio, los páises dominados, condenados a obediencia perpetua, no pueden ejercer el patriotismo, so pena de ser llamados populistas, demagogos, delirantes: nuestro patriotismo se considera una peste, peste peligrosa, y los amos del mundo, que nos toman examen de Democracia, tienen la mala costumbre de conjurar esta amenaza a sangre y fuego. (...) Maldita sea la exitosa dictadura del miedo, que nos obliga a creer que la realidad es intocable y que la solidaridad es una enfermedad mortal, porque el prójimo es siempre una amenaza y nunca una promesa. Bienaventurado sea el abrazo y maldito sea el codazo. "

- Eduardo Galeano.

10.2.11

Nota sin mayor contexto

Probablemente no pondré más Diarios de lectura o al menos no por un rato. Por falta de interés, por que me dedico a otras cosas o por que finalmente me harté de que la mayor parte de los comentarios que recibo sean puras necedades (que no aparecieron nunca en el blog, porque las borré todas salvo una o dos por ahí).

De todos modos; actualmente estoy leyendo la antología "Apocalipsis", de Times Editores (una editorial mexicana hoy desaparecida que en la década de los 90 quiso crear un mercado de literatura fantástica, de terror y de ciencia ficción local para competir con los best-sellers de Estados Unidos y sus traducciones españolas. No tuvo demasiado éxito) y editado por Agustín Cadena.

Recién terminé el cuento "Bala con alas de mariposa", de Bernardo Esquinca, que básicamente es "American Psycho", de Bret Easton Ellis pero en la Ciudad de México de los 90. De hecho, copia el estilo narrativo de Ellis (obsesión por las marcas, reducción de personajes a simple objeto, hiperviolencia como mero entretenimiento, etc.) pero con locales mexicanos... y revela un problema interesante: lo que en Ellis son locales Neoyorquinos reales como el Ritz aquí se vuelven lugares específicos como Sanborn's.

¿Por qué muchos mexicanos, muchos chilangos específicamente tienden a confundir la clase media (casi media alta) con la clase rica? ¿Es falta de información de la gente o más bien proviene de ver nuestra propia realidad con ojos extranjeros?

Esto no es nada nuevo, incluso movimientos artísticos de cierta relevancia histórica (el Estridentismo, pongamos por ejemplo) tienen ya ese problema: ven la realidad propia, local o no, con ojos extranjeros (a imitancia del arte de otros lados antes de Europa y ahora específicamente de los Estados Unidos) y al parecer no se percatan de las contradicciones en que caen --por ejemplo, al dividir a sus personajes en rubios y negros, que en México se queda corto (de hecho se queda corto en todos lados; es, como bien señalaba Fernando Tola de Habich, fantasía en sí mismo). Para peor, crea un cierto tonito de malinchismo, de creer que lo local solo vale la pena en cuanto se parezca a lo extranjero y que lo demás o es ridículo o mejor no mencionarlo.

La solución, desde luego, no sería crear obras enteramente nacionales que negaran la influencia extranjera, por el simple hecho de que esto es imposible. Grandes autores locales como Rulfo o Juan Trigos más bien subliman la cultura universal en una herramiente que les permite construir un universo propio más que mexicano.

En fin, esto no es ningún ensayo, son solo cosas que me vienen a la mente, la frustración de tanta y tanta literatura (y cine, e historieta y...) que podría haber sido mucho mejor.

5.1.11

Diario de lectura (último... del año pasado)

I. ANTOLOGÍAS

- Miedo en castellano. Subtitulado "28 relatos de lo macabro y lo fantástico", se trata de un libro insólito por varias razones. Es una antología de cuentos de miedo (fantásticos, grotescos, macabros, insólitos...) escritos en castellano. Es una antología elaborada por el gran Emiliano González (de hecho, es el libro que lo dio a conocer). Reúne a autores consagrados que normalmente no se asocian al género (Octavio Paz, Emilia Pardo Bazán, José Emilio Pacheco, Julio Cortázar, Mario Benedetti, Salvador Elizondo...) con otros cuentistas siniestros de gran renombre (María Elena Llana, Germán Piniella, Horacio Quiroga, Virgilio Piñera...). Los propios cuentos son asombrosos: veintiocho relatos breves (presentados en dos apartados: "Lo absurdo y lo macabro" y "Lo insólito y lo fantástico"), algunos normalmente considerados fragmentos de novelas o poemas en prosa (tal es una de las virtudes de las grandes antologías: reinventar el sentido de ciertos grandes textos al presentárnoslos bajo otra óptica y con variopintos acompañantes). Una pieza de gran valor para todo aficionado a la literatura fantástica. Editorial Samo; México, 1973 (1a. ED.); 190 p.

- Más allá de lo imaginado, vol. 1: Antología de ciencia ficción mexicana. Trece cuentos de ciencia ficción recopilados por Federico Schaffler. Fue uno de los pioneros en establecer éste género como tal en la literatura mexicana de finales del siglo XX; le seguirían otros dos volúmenes de "Más allá de lo imaginado", amén de otras antologías como "Visiones Periféricas" de Miguel Ángel Hernández, "El futuro en llamas", de Gabriel Trujillo (que además reinventaría autores de otras épocas como antecedentes de la ciencia ficción, caso notable de Pedro Castera, Amado Nervo y Francisco Urquizo, por mencionar contados ejemplos). También, claro, revistas especializadas y obras de autor. En lo que concierne a "Más allá de lo imaginado", es una obra notable... más por su lugar histórico que como recopilación en sí. Hay tres cuentos excelentes: "La voz de nuestros mayores", de Guillermo Farber (reelabora en cierta medida el tema de "El Aleph", de Borges), "Los viejos y buenos tiempos", de Juan José Morales (los efectos de la automatización en los medios informativos y lo que esto pone en descubierto) y "El delito", de Federico Schaffler González (un drama humano expresado a través del misterio literario) --eso sí, conviene desconfiar de recopiladores que se incluyen en sus propias antologías, aunque en ocasiones sean ellos mismos grandes autores. Textos logrados incluyen: "Lumydia", de Irving Roffé (la alienación y la mente colonialista), "El que llegó hasta el metro Pino Suárez", de Arturo César Rojas (buena trasladación del futuro postapocalíptico al ambiente urbano mexicano, con todo y jerga local), "El naipe de cristal", de Rodrigo Madrazo (más insólito que ciencia ficción, y eso es una virtud), "La zona libre" de Gabriel Trujillo (buen manejo en varias perspectivas de la distopsia futurista) y "Las altas columnas de Giraz", de Adriana Rojas Córdoba (el sacrificio heroico y la telepatía). Fallidos resultan "Resurrección", de Gabriela Rábago Palafox (intenta fusionar el futuro distante con el terror, pero el cuento no se decide entre uno y otro) y "Álbum familiar", de Mauricio-José Schwarz (debía ser un conmovedor retrato de un futuro distópsico y en su lugar se vuelve un catálogo de prejuicios). El resto son textos entre regulares e interesantes de Juan Armenta Camacho, Arturo Arredondo y Gerardo Horacio Porcayo. CONACULTA, colección Fondo editorial Tierra Adentro #7. México, 1991 (1a. ED.); 185 p.

- Cuentos breves latinoamericanos. Colección de micro cuentos (o "cuentos breves", como aquí se les define; cuentos de una sola escena y de duración máxima de dos páginas y mínima de hasta el solo título) latinoamericanos. Con prólogo y selección de Alejandra Torres, resulta una estupenda colección que reúne tanto autores reconocidos del género (Augusto Monterroso, Juan José Arreola, Álvaro Menén-Desleal, Eduardo Galeano...) como otros menos conocidos internacionalmente pero interesantísimos (Wilfredo Machado, Moacyr Scliar, Daniel Pizarro, Triunfo Arciniegas...). Como puede esperarse del género predominan los textos de imaginación (sean fantásticos, siniestros, de ciencia ficción, de todos los anteriores...) junto con algunas breves escenas que lo mismo podrían ocurrir en el mundo real que en otros. Un fascinante mapa de la narrativa breve en el siglo XX. Coedición Latinoamericana; México, 2002 (1a ED.); 160 p.

- 33 cuentos mexicanos. Selección de Felipe Sánchez Murguía. Cuentos para alumnos y maestros con el fin de ilustrar que "la buena lectura enseña más, en materia de lenguaje, que el mejor texto gramatical". Pese al criterio didáctico los cuentos en sí mismos son genuinamente buenos y la antología misma es una buena selección de autores decimonónicos (Riva Palacio, Roa Bárcena, Vigil y Robles) y más modernos (Rulfo, Valadés, Báez). Cuentos notables incluyen: "Grito de rebeldía" de Eduardo Luquín (examina las diferencias de clase y el autoengaño de quienes se pretenden buena gente); "De centinela" de Guillermo Vigil y Robles (cuento fantástico con un remate que pasa de lo siniestro a lo cómico); "India carbonera" de Alfredo Grangillhome (uno de los mejores cuentos posrevolucionarios que he leído); "La Cilindra" de Carmen Báez (también de ambiente revolucionario y casi paródico en su tema de una heroína canina) y "Un castigo" del propio Felipe Sánchez Murguía (que pasa de lo costumbrista a la sátira sutil). Cada cuento viene ilustrado por una viñeta de Carlos Mussalem. Editorial Arana; México, 1969 (5a. ED.); 172 p.

- La memoria hechizada: escritoras cubanas. Doce textos narrativos seleccionados por Madeline Cámara. Textos narrativos, digo, puesto que combina cuentos, crónicas de viaje, fragmentos de novela y una selección de micro cuentos. Al reunir autoras que no tienen más que la nacionalidad en común (y algunas son del tipo de autores cuya nacionalidad es fluida), Cámara se propone ilustrar, por un lado la tesis de Virginia Woolf referente a que para una mujer la patria es el mundo entero; y por el otro, los cambios que el propio concepto de la nación cubana ha tenido a lo largo de dos siglos. Más allá de los propósitos ilustrativos, la selección misma es muy buena, se trata de doce textos de gran calidad. Entre los mejores figuran "La dama de Amboto", bella leyenda de Gertrudis Gómez de Avellaneda, "Alondra pasa", intrigante cuento fantástico de la gran María Elena Llana y una selección de textos breves de "Abrevadero de dinosaurios", de Daína Chaviano. Icaria editorial, colección "compañía de letras" #7; Barcelona, sin año de imprenta (¿2001?) (1a. ED.); 168 pp.

- Antología del cuento chileno. Treinta cuentos chilenos seleccionados por Alfonso Calderón, Pedro Lastra y Carlos Santander. Se habla aquí de la décimo cuarta edición, que abarca de Baldomero Lillo a Gonzalo Contreras (apropiadamente dos de los mejores autores de toda la antología), de los inicios modernistas hasta 1985, fecha de aparición del primer libro de cuentos de Contreras, "La danza ejecutada". Hay demasiados textos de corte realista (probablemente por la insistencia de los tres editores en el superrealismo), lo que no implica ninguna falta de calidad, pero sí vuelve pesada la lectura en más de una ocasión. En consecuencia, destacan primero los dos cuentos abiertamente fantásticos, "El pájaro verde" de Juan Emar (con algo de humorístico) y "El niño de la escopeta" de Ernesto Montenegro (más bien una fábula, un cuento folclórico). Después, dos textos cercanos a lo fantástico, "El chiflón del diablo" de Baldomero Lillo (un autor que prácticamente fusiona el Naturalismo con el relato Gótico y en quien César Aira vio a un sucesor del Marqués de Sade) y "Santelices" de José Donoso (por rachas maravilloso narrador de lo insólito). Otros cuentos que destacan son, en riguroso desorden, "Soledad de la sangre" de Marta Brunet (pasa del costumbrismo al existencialismo sin perder nunca la mirada elegante y distante), "En provincia" de Augusto D'Halmar (una conspiración genética acarrea curiosas consecuencias sentimentales), "Rododendro" de Hernán del Solar (la melancolía y la falta de comunicación entre solitarios), "A las arenas" de Antonio Skármeta (el más "actual" de esta selección) y "Los santos" de Gonzalo Contreras (casi parábola sobre los extremos entre la compasión y el abuso). Editorial Universitaria; Santiago de Chile, 2004 (14a ED.); 374 p.

II. CUENTOS MEXICANOS

- Los sueños de la bella durmiente. Emiliano González. La opera prima de Emiliano Gonzáles es, a decir de muchos, su mejor obra. Y una de las mejores obras de la literatura fantástica universal. Reúne cuentos y poemas en dos apartados, "La ciudad del otoño perpetuo" y "La torre de los espejismos", el primero enfocado a la fantasía siniestra y el segundo a la invención preciosista. Las alusiones literarias y artísticas son muchas y de su estudio han surgido antologías enteras. Destaca la influencia, por un lado, de autores como Machen, Lovecraft y todos los novelistas góticos. Por el otro, autores que van desde Borges hasta Lezama Lima. Es difícil escoger un texto que resalte (aunque hay muchos que de inmediato se prenden de la imaginación del lector, caso de sus cuentos de terror), porque todos ellos exigen por lo menos una cuidadosa relectura y, bien leídos, llevan al lector a todo tipo de paisajes insospechados. Una obra invaluable en la literatura mexicana. Joaquín Mortiz, colección "Serie del volador"; México, 1978 (1a. ED.); 225 p.

- Amores de segunda mano. Enrique Serna. Once cuentos de humor negro con el característico estilo ácido y esperpéntico de Serna. Combina temas urbanos, dramas familiares, ambientes "típicamente" mexicanos y otros más exóticos. Todos son de estilo más o menos realista (con algunas anécdotas insólitas) y ninguno es "lo que parece a primera vista". Vale a decir, los cuentos que parecerían partir de anécdotas absurdas (una diva que desea a un travestí que la imita a la perfección, un hombre vendido en calidad de obra de arte, una familia obsesionada con las visitas, etc.) terminan reflejando profundos malestares sociales. Y los cuentos que parten de anécdotas familiares (una mujer estadounidense que quiere adoptar a un niño mexicano que la ha conmovido, una familia que intenta proteger al hijo ciego de la desgracia, un joven con mala suerte en el amor...) toman vericuetos imprevistos y subrayan la complejidad de sus personajes y del mundo en que se mueven. Hay en todo el libro un alegato a favor de las minorías (sexuales, sociales...) más implícito que expresado y que se aleja de la fácil denuncia estridente para en su lugar poner en evidencia las faltas de muchas personas que se querrían salvadoras del mundo... Editorial Cal y Arena; México, 1994. 204 p.

- ¡¡Bzzzzzzt!! Ciudad interfase. Bef. Quince cuentos de ciencia ficción conforman el primer libro de cuentos de Bef (Bernardo Fernández), que cosa de un lustro después se complementaría con el segundo (El llanto de los niños muertos, aparecido en el 2004). Ambos libros comparten cualidades y defectos: se trata de textos sumamente inventivos y le son fieles a las obsesiones de su autor (aunque es interesante que lo que en éste libro parece ser celebración de la juventud ya en el segundo se vuelva nostalgia por la juventud perdida). También son textos un tanto adolescentes; no porque sus protagonistas sean adolescentes (a veces lo son y a veces no) ni porque estén dirigidos a tal público, sino por la ideología que reflejan. Digamos que hay cierta diferencia entre gritar "¡El gobierno nos miente!" y señalar de qué manera es que nos miente el gobierno, por ejemplo. O que no es lo mismo denunciar el trato injusto que se les da a muchas tribus urbanas que desentrañar los prejuicios más profundos de la sociedad humana. Con todo, es un libro maravillosamente representativo de lo que podríamos llamar la "Generación de los 70" (escritores mexicanos nacidos alrededor de esa década y que, sin conformar un grupo como tal, se propusieron renovar la literatura nacional en términos temáticos y estilísticos), y uno de los mejores. Times editores; México, 1998 (1a. ED.); 112p.

- Pilotos infernales. Gerardo Sifuentes. Cinco cuentos de ciencia ficción conforman la opera prima de Sifuentes (aunque ya había aparecido en colecciones de cuentos de otros autores gracias a varios cuentos escritos en colaboración). La primera sección se titula "Brak" ("el producto fracasado e inutilizable en la industria, el trasporte o el consumo personal," se nos informa, y se puntualiza "el brak existe en muchos lados del mundo; incluso en humanos") y se compone del cuento largo "Candy Flip" (que tiene mucho de la influencia de Philip Dick y de la consabida estética Cyberpunk) y de "Goodbye Kitty films" (que como puede adivinarse por el título toma mucho de la cultura popular de finales del siglo XX). La segunda parte, "Abdúceme", se compone de tres cuentos: "Punks de closet" (suerte de cuento policiaco y para ser francos rayano en lo cursi), el que le da título a ésta sección y que es uno de los más interesantes de la colección (trata la indiferencia del ser humano tanto en las relaciones personales como ante posibles milagros), y "En sus 15 minutos de fama" (tan breve que conviene dejar que el lector averigüe su argumento por su propia cuenta). Todos los cuentos esgrimen una gran cantidad de referencias a la cultura pop estadounidense (más aún parecen tomar su estilo de lo que en ese país se tiene a bien llamar "pulp fiction") y ese sentimiento tan característico de la generación de los 70 a la que pertenece Sifuentes. Ese sentimiento, entre ingenuo e incisivo, rayano en lo adolescente a veces (en lo que respecta a este libro, ¿quien cree aún que el movimiento punk tiene más de ideología social que de estilo indumentario?) pero por otra parte interesado en formas de expresión y de pensamiento ajenas a las preestablecidas. "Pilotos infernales" no se distingue demasiado de otras obras de la generación, sin por ello desmerecer en calidad --dejando de lado frases como "quizá porque de alguna forma reconocí que éramos iguales en cierto sentido" que se dirían concebidas en inglés y traducidas posteriormente al español. Editorial Vid, Colección MECYF #5; México, 2001. 96 p.

- Cuadrivio. Álvaro Uribe. Cuatro cuentos del narrador mexicano Uribe extraídos de tres libros anteriores. "El cuento de nunca acabar", del libro del mismo título, sobre el absurdo azar que rige nuestras vidas; "El evangelio del hermano Pedro" y "El último sueño de Simón", ambos de "La linterna de los muertos" (aunque el segundo cuento aparece hasta la segunda edición del libro), son variantes sobre temas bíblicos y hacen gala de sus influencias literarias. "Es fama que el cronopio murió", del libro de ensayos "La otra mitad", juega con lo confesional y lo narrativo, viene a demostrar que el contexto sí puede afectar (para bien) la lectura de un texto sin por ello mermar su calidad. CONACULTA / Aldus. México, 2001 (1a. ED.); 55p.

- La ciudad imaginada y otras historias. Alberto Chimal. Diez cuentos del gran narrador toluqueño que contra lo que sugieren el título y la colección a la que pertenece el libro, no giran alrededor de temas urbanos, salvo acaso el titular. "La ciudad imaginada" es de hecho un texto a caballo entre el ensayo y el cuento fantástico que propone la idea de que la verdadera alma de una ciudad no es su estructura vivencial sino sus propios habitantes. De los demás textos son notables los cuentos "La balanza", historia sentimental / filosófica en un marco exótico, "De la arquitectura lunar", sobre el destino de utopías que superan los sueños de sus creadores y "Siete de sirenas", colección de micro cuentos con un tema pretexto. Mantiene fidedignamente las obsesiones e intereses que Chimal mostró ya en varios libros anteriores y en su gran cantidad de ensayos y artículos dispersos en muchas publicaciones. Libros Magenta, colección "Narradores de la ciudad"; México, 2009 (1a. ED.); 90 p.

- El café de nadie. Arqueles Vela. El primer libro de cuentos del estridentista Vela apareció en 1926 y fue una piedra angular de ese movimiento hoy considerado más curiosidad histórica que otra cosa; pero el propio libro tiene hoy en día un valor bastante más notorio. Se trata de tres textos breves, el que da título a la colección (y que denominó el punto de reunión de los propios Estridentistas), "Un crimen provisional" y "La señorita etc.". A ratos parecen más poesías en prosa que cuentos; hay en todos ellos argumento y personajes pero se sostienen más por sus juegos lingüísticos y sus complejas imágenes. De creerle a Mario González Suárez, se trata de expresiones en prosa de la angustia personal del propio Vela ante el misterio de todo lo femenino. Cuentos en parte sostenidos por sus enigmáticos personajes femeninos y sus obsesivos personajes masculinos; en parte por su evocación de ese limbo tan peculiar que además del vacío existencial bien puede retratar el México posrevolucionario, un reino derruido y a la deriva. CONACULTA, Colección "Lecturas mexicanas", tercera serie #20; México, 1990 (reimpresión); 70 p.

- Informe negro. Francisco Hinojosa. El primer libro de cuentos de Hinojosa apareció en 1987, precedido por un par de libros de poemarios y varios cuentos para niños. Se trata de siete textos cortos que ya muestran el estilo tan peculiar e impredecible de Hinojosa. Los argumentos son a veces absurdos (un hombre que colecciona todos sus intentos fallidos de tener un hijo, una guerra entre dos familias que se extiende a sus respectivos edificios), a veces familiares (una mujer en la cárcel, un detective involucrado en un extraño caso de asesinatos y narcotráfico) pero siempre de desarrollo insólito. El cuento que le da título al libro se presenta como una serie de casi aforismos, otro avanza como cuento tradicional pese a lo absurdo de las situaciones que cuenta, etc. Una obra antisolemne y fascinante. Fondo de Cultura Económica, colección "Letras mexicanas"; México, 1995 (2a. ED.); 70 p.

- La reina baila hasta morir. Eve Gil. Siete relatos fantásticos conforman el segundo libro de cuentos de la escritora sonorense Gil. Se repiten algunos temas de sus libros anteriores: la lucha de géneros, la sexualidad femenina, la crítica social feminista... Tres de los cuentos son variantes o reelaboraciones eróticas de cuentos de hadas conocidos, dos son cuentos de terror (uno, cuento de vampiros y por cierto sumamente bueno, lo que resulta sorprendente en un texto escrito en el siglo presente), un cuento retoma elementos del tal vez mal llamado realismo mágico y el último es un sentido homenaje a Elena Garro, tal vez más a su obra y leyenda que a Garro misma. Otro logro en la obra de Gil y que complementa perfectamente su anterior "Sueños de Lot". Ediciones Fósforo, col. Narrativa; México, 2008 (1a. ED); 116p.

III. NOVELAS EN CASTELLANO

- Auliya. Verónica Murguía. La primera novela de Murguía es un extraordinario relato fantástico (tal vez iniciático, tal vez legendario) que mereció elogios de autores consagrados como Carlos Fuentes. Aparecida por primera vez en 1997 corresponde a una época reciente en que la narrativa mexicana quiso entregarse a temas y paisajes exóticos (otros ejemplos serían novelas como "En busca de Klingsor", de Jorge Volpi o "La ruta del hielo y la sal", de Jose Luis Zárate). Narra las múltiples aventuras, peripecias y pruebas iniciáticas por las que atraviesa el personaje titular, una ordinaria pastora árabe en pos del mar y la sabiduría. Es de destacar el uso de la mitología y el imaginario árabe (con glosario incluido) y la prosa limpia y precisa. El resto de la obra de Murguía lo conforman hasta el momento un libro de cuentos (El ángel de Nicolás), una segunda novela (El fuego verde) y varias obras para niños (Hotel monstruo, Ladridos y conjuros, etc.). Editorial Era; México, 2005 (2a ED.); 150 p.

- Los esclavos. Alberto Chimal. La primera novela del toluqueño Chimal es una obra insólita dentro de su producción (o al menos dentro de su producción hasta ahora), que había estado compuesta de cuentos fantásticos y ensayos de temas muy variados. Narra tres anécdotas ligeramente entrelazadas entre sí, y con el factor común de escudar historias de sentimientos ordinarios (el resentimiento, la soledad, la dependencia, el hartazgo...) con situaciones sexuales aparentemente extremas. La historia se narra fuera de orden cronológico y con una prosa cuidada, casi libre de ornamentos y que a menudo sugiere más de lo que en realidad dice. Es difícil decir si esta novela como tal está a la altura del resto de la obra de su autor (lo mejor sigue siendo su hasta ahora único libro de ensayos, "La cámara de las maravillas" y cientos de piezas sin recopilar aún), pero es una obra que no desmerece y por lo demás es siempre de admirar que un autor no se estanque en los mismos temas y formatos narrativos (que no es lo mismo que serle fiel a sus obsesiones; esta obra es fiel a las obsesiones del narrador Chimal, aunque no lo parezca a primera vista). Editorial Almadia, colección "Mar abierto"; México, 2009. 150 p.

- Guiichi. Edgar Omár Avilés. Novela de ciencia ficción y fantasía que demuestra cuan compleja puede ser una novela ostensiblemente para el público juvenil. Lo que en principio parecen ser por lo menos cinco anécdotas distintas (una bruja y su zombi, un revividor de cadáveres, cinco jóvenes atrapados en un bosque de pesadilla, un reino de papel bajo terrible amenaza y un futuro postapocalíptico) poco a poco entretejen una compleja trama que tiene que ver con temas como la reencarnación, los futuros (y pasados) alternativos y el sacrificio. Editorial Progreso, colección "Piel de gallina"; México, 2008. 144 p.

- Once días... y algo más. Brianda Domecq. La primera novela de la gran narradora Domecq es un testimonio de un tremendo hecho real ocurrido en 1978: su propio secuestro durante once días. Extraordinaria tanto en su reconstrucción convincente de recuerdos como en su prosa narrativa, se trata de una obra que supera el mero testimonio para volverse, como apunta en la dedicatoria "un recuerdo doloroso de un mundo breve". También evita el sentimentalismo barato y de hecho pone en evidencia ciertas "verdades incómodas" (las diferencias de clases, la desigualdad de géneros, el hecho de que aún las situaciones más extremas pueden tener algo de humor y comodidad... y rasgos del llamado "Síndrome de Estocolmo"). Por razones obvias, es distinta del resto de la obra narrativa de Domecq (mas es narración y no sólo testimonio), sean sus cuentos fantásticos (Bestiario doméstico; Un día fui caballo), sus novelas históricas (La insólita historia de la santa de Cabora) o sus antologías (Acechando al unicornio) y sin embargo forma también parte necesaria de su universo literario. A destacar especialmente su énfasis narrativo en el universo femenino (no específicamente el suyo, o no solamente) y su prosa transparente. Universidad Veracruzana; México, 1979 (1a. ED.); 326 p.

IV. NOVELAS EN INGLÉS

- The summoning. Bentley Little. Un pueblito en Arizona amenazado por un cup-hu-girngsi, variante china del vampiro. Un reportero, su hermano sheriff y una joven china. Litros de sangre y escenas grotescas. Con estos ingredientes Little forma un thriller de terror más o menos efectivo al gusto del mass-market de su país. Aunque le sobran muchos detalles y le hace falta algo de edición, se trata de una novela que cumple su cometido. Pulp- fiction con pocas pretensiones, pero entretenida. Pinnacle Books; New York, 1993; 545 p.

- Psycho II. Robert Bloch. Más de veinte años después de la tremendamente exitosa Psycho (y su famosísima adaptación cinematográfica), Bloch ofreció lo que a primera vista es una secuela ordinaria o una reacción contra las secuelas fílmicas de ésta. Pero esta es una novela que juega (a veces tramposamente) con las expectativas del lector. A ratos análisis del mito y leyenda del psycho-killer estadounidense, a ratos sátira juguetona de Hollywood, finalmente esta novela es una variante sobre uno de los temas favoritos de Bloch, la naturaleza de la locura y las obsesiones. Juega incluso con el concepto de la ficción de terror: la estructura del libro imita la de la primera novela, lo que al principio parecen ser discretas omisiones de texto y saltos en el tiempo son de hecho una trampa para el lector, el propio libro juega con la mitificación del personaje Norman Bates en el panteón de monstruos modernos... Con todo es una obra un poco desigual (la sátira hollywoodense se siente gratuita y a veces incluso parece un capricho personal de Bloch), pero forma parte de una tradición literaria que solo a primera vista es parte del mainstream. Tiene, digámoslo así, menos en común con Stephen King o con Richard Laymon que con Peter Straub o Ira Levin. Los primeros llevan la violencia y los golpes de efecto hasta el límite mientras que los segundos atraen lectores con exoesqueletos morbosos para en su lugar proponerles juegos de lectura más complejos. Warner Books; New York, 1982 (1a Ed.); 320 p.

V. CUENTOS INTERNACIONALES

- The informers. Bret Easton Ellis. Trece relatos conforman el único libro de cuentos (a menudo confundido con una novela, pese a las declaraciones del propio autor) de Easton Ellis. En conjunto forman una panorámica de la clase alta de Los Ángeles a principios de los 80. Aunque a menudo resulta repetitivo y soso, varios cuentos trascienden el vacío existencial de sus personajes y sugieren una decadencia moral de la que no es posible escapar. Hay varias escenas de violencia más bien gratuita y ciertamente su crítica social es mucho menos profunda de lo que pretenden los admiradores del autor. Y sin embargo, hay algo interesante en el a veces enfant terrible de la literatura estadounidense de finales del siglo XX. Imperfecto, pero con cierta relevancia histórica. Vintage; New York, 1994 (1a. Edición); 226 p.

- El lugar del hijo. Leopoldo María Panero. El primer libro de cuentos del inquietante Panero, aparecido en 1976, es una colección de terrores sublimes que bebe y a veces sobrepasa de fuentes tan diversas como son la literatura anglosajona (Barrie, Machen, Lovecraft, Vernon Lee y muy especialmente Fitz James O'Brien), mitologías griegas y escandinavas, la Divina Comedia, las filosofías de Lautreamont y de Sade... Algunos textos no son propiamente cuentos o más bien fingen ser algo más que cuentos: el libro abre con un "proyecto de cuento" titulado "Acéfalo" que es una auténtica "pesadilla en rojo" basada en un pasaje notablemente cruel del "Inferno" de Dante; hay también un guión para un cortometraje en blanco y negro "Hortus Conclusus" (jardín encerrado) y que combina pasajes de "Peter Pan" de James M. Barrie con el cuento "The whispering voice", de Vernon Lee; hay dos traducciones (aunque, y esto es algo característico de Panero, no son solo traducciones al castellano, sino una reescritura con pasajes nuevos que les confiere un nuevo sentido) de James O'Brien, "La visión" y "Medea". Completan el libro los cuentos largos "Mi madre" (que presenta una fusión de dos mitos que se vuelven más inquietantes entre sí, las Amazonas y el culto a Kali, todo ello ambientado en un Brasil enrarecido), "Presentimiento de la locura" (que hace lo propio con Dionisio y los engendros de Insmouth), y la casi novela breve "Allí donde un hombre muere, las águilas se reúnen", que lleva al límite la alucinante fantasía psicosexual de Panero. Una obra profundamente inquietante. Contenido en "Leopoldo María Panero: Cuentos completos". Páginas de espuma; Madrid, 2007 (1a. Edición). Págs. 30 - 242.

- The howling silence. Catherine Lim. Subtitulado "Tales of the dead & their return", se trata de catorce cuentos de fantasmas. Límpidamente narrados, los catorce cuentos tienen un sabor de leyenda urbana y oscilan entre el terror y la fantasía (y según se requiera, los hay cuentos enigmáticos, humorísticos, filosóficos y mucho más). Ilustran la perspectiva oriental (en el caso concreto de Singapur, resultado de combinar creencias chinas, hindúes, e inclusive australianas) sobre los muertos y el efecto del pasado sobre la sociedad presente. Hay un tema sugerido entrelíneas que es el de la convivencia entre sociedades ultramodernas (cosmopolitas, eficientes) y creencias antiquísimas, con la extraña fusión cultural que de ellas resulta. Horizon Books; Kuala Lumpur / Singapur, 2005 (3a. ED); 128 p.

- Le cosmicomiche. Italo Calvino. Doce cuentos selectos de entre las "cosmicómicas", ejemplares obras de ciencia ficción (o de fantasía científica, lo mismo da) del gran Calvino. Doce cuentos que parten de un concepto científico para representar temas universales en escenarios insólitos. Todos narrados por Qfwfq, personaje recurrente que es en cierto sentido una conciencia universal y en otro un heredero de los protagonistas de historietas (seres que se presentan en mil situaciones que en el fondo son variantes de una misma premisa). Los hay cuentos en tiempos prehistóricos, previda en la tierra e inclusive preuniverso. Obra indispensable en la literatura universal, y una de las mejores de su autor. Oscar Mondadori; Verona, 2002 (21a. ED.). 162 p.

VI. OTROS

- Dioses prehispánicos. Adela Fernández. Subtitulado "Mitos y deidades del panteón náhuatl", se trata de un ensayo / estudio mitológico sobre las deidades mexicas. Sumamente esclarecedor y de útil consulta. Contra lo que cabría suponer, no abundan los estudios de mitología americana prehispánica (a lo sumo, existen investigaciones históricas y puñados de recopilaciones poéticas), mucho menos de tanta claridad como el aquí señalado. Parte de la organización del universo y cubre desde Ometeotl, dios primigenio, hasta los más bajos estratos de la jerarquía divina, con notas pertinentes sobre referencias históricas y distintas leyendas que sobre un mismo personaje circulan. Incluye un glosario de voces nahuas. Panorama; México, 1992; 164 p.

- Delirios. Marisa Grinstein. Nueve casos de locura documentados por la reportera argentina Grinstein, autora de los famosos libros de la serie "Mujeres asesinas". Se trata de reportajes directos, narrados con un estilo similar a la narrativa. Aunque el tema corresponda al de la nota roja el interés de la reportera parece estar más enfocado a examinar los efectos que pueden tener los casos insólitos en gente común y corriente; entrelíneas se adivina una cierta crítica a las sociedades llenas de prejuicios e intolerancias. Aunque en principio este tipo de libros se leen más por curiosidad (y con algo de morbo), en sus mejores pasajes "Delirios" sugiere ciertos temas de reflexión. Probablemente una cita del prólogo del libro resuma mejor tales temas: "Por suerte escucho voces, porque nadie me habla nunca y no lo puedo soportar," dice una mujer recién internada en un psiquiátrico. Editorial Grijalbo; México 2010; 320 p.