26.8.17

Diario de lectura.


Reto de lectura, Agosto: Leer solo autobiografías, biografías y autoficción. 



- Antes que anochezca. Reinaldo Arenas. En 1992 apareció la autobiografía de Reinaldo Arenas, escritor atormentado si los hay, quien dio punto final a esta obra con su propia carta de suicidio. Fue Arenas uno de los grandes escritores cubanos, representante del Neobarroco (o quizás simplemente se sirviera de éste para expresar su complejo mundo interno); fue también uno de los artistas más ferozmente perseguidos por el régimen Castrista, con la extraña paradoja de que ente más perseguido era más peligroso se volvía. Murió en el exilio en Estados Unidos, consumido en parte por enfermedades de todo tipo, en parte porque la realidad que vivía terminó por hacerlo pedazos. 

Me enteré por primera vez de éste libro y en general de la obra de Arenas cuando supe de la adaptación fílmica de “Antes que anochezca” (por cierto que esa película tiene la curiosidad de ser, más que una adaptación, más que un relato “inspirado por”, una especie de alucinación fílmica más o menos sugerida por el libro). Por mucho tiempo, he escuchado tanto comentarios elogiosos de “Antes que anochezca” como quejas un tanto extrañas —que si cansa su retórica, que si se queja mucho de todo lo que sufrió (¿cómo se puede decir que un preso político “se queja mucho”?), que si su verdadera autobiografía fue la novela “El mundo alucinante” y éste es más bien su manifiesto político…

Me asomé primero a dos de sus novelas (“Celestino antes del alba” y “El mundo alucinante”), y a varios cuentos dispersos. ¿Qué encuentro, entonces, en éste libro? ¿En verdad era una serie de pasajes picantes pero con una retórica que llegaba a cansar? 

Pues no. Lo que encontré es exactamente lo que dice ser: Una autobiografía. El relato de una vida, con pasajes poéticos, con momentos felices y momentos terribles. Sí, desde luego, con algunas contradicciones, con algunas actitudes conservadoras junto a  pensamientos más bien rebeldes. Algo de disidencia, algo de protesta. A veces un poco de ingenuidad y ternura, otras veces algo de desencanto y de malicia. 

Desde luego hay una actitud de venganza —no solamente contra el régimen castrista como tal, sino por ejemplo contra todos los escritores y artistas cuyas posturas sintió Arenas como una traición personal —y sí, claro, hay favoritismo. Se critica ásperamente a Carpentier, a García Márquez, a Galeano; y se alaba fervientemente a Lezama Lima, a Virgilio Piñera, a Lydia Cabrera. Pero es que éste libro es una confesión íntima, con todo y prejuicios y favoritismos. Es notable, por ejemplo, la descripción que hace de Carlos Fuentes, a quien encuentra en persona como un ser que intimida de tan perfecto que parece. Un ser que no es poeta, que es máquina. 

El asunto de la sexualidad explícita —de hecho, de la homosexualidad explícita, es interesante. En buena parte porque lo cuenta con tal sinceridad que a veces ofende tanto a conservadores como a liberales. He escuchado quienes dicen que su obra no debe entrar en la etiqueta de “Literatura Queer” porque es heterosexista (es que afirma categóricamente que lo que quieren muchas locas es un hombre de verdad). Creo que hacer esas consideraciones es no poner atención a lo básico: Que esta es la vida de una persona presentada como libro. Que es una autobiografía, no un ensayo teórico. 

Y bien, más allá de discusiones y de defensas (¿pero son defensas las mías?), ¿qué hay en éste libro, pensado como libro, al margen de su contexto? Pues hay una obra hermosa, que hasta al describir escenas atroces consigue ser poético. Una obra en que se vive la diversión y el placer con total naturalidad, y en que la prosa sensual de Arenas vuelve casi placenteras hasta las descripciones más certeras de dolor —sea físico, psicológico y hasta espiritual. Puede leerse como contrapunto de su demás obra literaria o no, en realidad lo mismo da. Porque sí —esta es de hecho una obra literaria, pero en el sentido de que la prosa de Arenas es siempre poética, siempre visionaria. 

Supongo que la mejor conclusión es: Olvídese de ideas preconcebidas, y con eso me refiero incluso a las mías. Lea usted este libro por su cuenta y veamos a qué conclusiones llega. Lo mismo que en realidad toda obra de arte, pues. 


No hay comentarios.: