8.3.18

Diario de lectura.




- El novísimo Algazife. Rafael Llopis. Subtitulado “El libro de las postrimerías”, se trata de una serie de relatos entrelazados (más de un crítico insiste en que no son cuentos, sino un libro inclasificable, o un “tratado esotérico”; es decir, han caído en la trampa del propio texto), de corte simultáneamente fantástico / terrorífico y paródico. Se divide en cuatro partes: “Galería lúgubre” (principalmente cuentos de terror y de ciencia ficción pero con diversos juegos de metaficción humorística), “Historia y leyenda de Abelesar” (un relato largo sobre un personaje que básicamente parodia al Abdul Al-Hazared de Lovecraft (y de hecho se incluye una versión sardónica del propio Lovecraft)), “El retorno” (cuentos fantásticos en simultáneo homenaje y parodia de escritores como Castaneda y Jodorowsky), y “Apéndice” (en realidad una colección de hypertextos. Mejor dicho, de textos escritos por los personajes de las secciones anteriores —poemas, citas de testamentos y de otros documentos…). Una broma literaria sutil y de excelente redacción. 

Llopis es conocido sobre todo por su labor de antologador (por ejemplo la excelente antología “Los mitos de Cthulhu”) y de ensayista (“Historia natural de los cuentos de miedo”), y este es a la fecha su único libro publicado de ficción (tiene varios cuentos dispersos en revistas del género). Podría decirse que es un largo homenaje tanto a Lovecraft como a sus predecesores y colegas (hay algo de Robert E. Howard, algo de Belknap Long). Pero en medio de deslizan referencias no ya de escritores entonces menos conocidos (Castaneda, Colin Wilson), sino de cultura pop —véase si no el cuento sobre Bela Lugosi y la aparición nada menos que de los personajes de las películas “Star Wars”. ¿Y qué decir del hombre lobo que va al psiquiatra y es diagnosticado con la condición de “monstruación lunar”? 
¡Y más de un crítico tomó este libro completamente en serio, al grado de creer que el Necronomicon es un libro genuino y no una invención literaria! 

Pero es que Llopis es un escritor muy hábil —en éste libro, aparecido en 1980, jugaba con referencia que en la España de entonces no eran tan conocidas, y de este modo atrajo a más de un incauto a su juego. En ese sentido no se equivoca el mexicano Emiliano González cuando lo reconoce como uno de su propia estirpe (aunque a su vez González haya luego caído en la decadencia cuando comenzó a tomarse en serio sus propios juegos literarios). 

Hay que decirlo; este libro es disparejo. La mejor parte es sin duda la primera, que mejor equilibra el humor con lo siniestro. La segunda parte es demasiado larga, y la tercera tiene tal desequilibro entre lo serio y lo (suponemos que intencionadamente) ridículo que a veces resulta incongruente. El apéndice es un mejor ejercicio creativo, con buenos pasajes. 


Un libro en efecto secreto, aunque no por las razones que muchos de sus admiradores suponen, y que en definitiva merece ser rescatado, leído y disfrutado. 

No hay comentarios.: